¿De verdad quiero ser traductor?

quiero ser traductor

¿Sé en qué consiste la traducción? ¿Sé cómo trabaja quien traduce? ¿Tengo la formación suficiente? ¿De verdad quiero ser traductor? Estas y otras preguntas acompañan frecuentemente a los novatos del mundillo, estudiantes y personas que deciden formarse en traducción. Ahora intentaremos responderlas. Así, entenderemos mejor de qué va la profesión y valorar si, realmente, queremos ser traductores.

Quiero ser traductor pero, ¿de qué va esto?

Lo primero que debes valorar es si quieres y si puedes trabajar de traductor. Esto quiere decir, conocer las condiciones laborales de la profesión. El traductor no traduce solo porque le gusta, sino que es su profesión y su forma de ganarse la vida. No es un trabajo sencillo, está claro.

Como todas las actividades profesionales, el mercado de la traducción es competitivo. Y es que quienes nos dedicamos a esto sabemos lo difícil que es trabajar bien y rápido a la vez. A menudo, además, se necesita trabajar en equipo, tomar decisiones y enfrentarse a todo tipo de textos. Por lo tanto, hace falta preparación, esfuerzo y dedicación.

Las lenguas

Ser traductor no solo es saber idiomas. Consiste, también, en poseer una competencia lingüística muy desarrollada. Esa competencia ha de ser igual tanto en la lengua de partida como de llegada, sobre todo en la segunda. Nuestra lengua materna, en este caso el español, es nuestro bien más preciado y, como tal, no podemos descuidarlo.

No se nos puede escapar un solo matiz, una sola coma, un solo sentido. Debemos dominar la lengua en todos sus matices y registros. Ahora bien, controlar la lengua de partida, nuestra lengua no materna, es algo más que exigible. Cabe destacar que también se realiza traducción inversa y, esta, también es muy demandada. Por ello hay que saber traducir desde pero también hacia.

Las tecnologías

Las nuevas tecnologías han transformado nuestra forma de trabajar y entender la profesión. Cualquiera que quiera dedicarse a la traducción debe poseer amplios conocimientos informáticos y debe manejar con soltura el ordenador. Estas herramientas no son nuestras enemigas sino nuestras aliadas. Nos permitirán resolver dudas terminológicas, evitarnos tareas repetitivas y asegurar la calidad de nuestro texto. Así, si de verdad quieres trabajar de esto, merece la pena formarse en tecnologías de la traducción y reciclarse constantemente.

La cultura general y de especialidad

Poseer una amplia cultura general. Nos puede sacar de muchos atolladeros. Pero además hacen falta conocimientos lo más pluridisciplinares y transversales posibles. El traductor, sobre todo al principio, ha de traducir un poco de todo. Después, el traductor necesita conocimientos instrumentales del campo de especialidad del que trabaje.

Esto no quiere decir que si uno traduce textos médicos tenga que ser médico. Pero disponer de cierto nivel de conocimientos nos ayudará a realizar nuestro trabajo más profesionalmente.

Los conocimientos traductológicos

Los traductores no traducimos por inercia o por azar. Nos hemos formado para ello. Por eso son tan importantes los conocimientos teóricos traductológicos. Los aplicamos al traducir y permiten un resultado óptimo. Sin conocimientos de géneros textuales, terminología, documentación o técnicas de traducción, traducir es más complejo.

Quiero ser traductor, pero ¿qué puedo ofrecerle al mercado y qué puede ofrecerme el mercado a mí?

Para trabajar de traductor no basta con competencia lingüística. Disponer de conocimientos bien variados de diversos campos también es necesario. No obstante, hace falta algo más: conocer el mercado. Saber qué puedo ofrecerle al mercado si quiero ser traductor y qué puede ofrecerme el mercado a mí.

Es impensable empezar a traducir sin saber cómo funciona el mercado, o dónde trabajar y qué requisitos debo cumplir. Nunca está de más investigar un poco: las tarifas, hablar con colegas, informarse… ¡La principal herramienta del traductor es la documentación!

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