Como traductores, estamos acostumbrados a que se nos repita continuamente el especial cuidado que debemos tener con la ortotipografía. Para poder llevarlo a cabo, es necesario en primer lugar entender perfectamente a lo que este concepto se refiere.
A simple vista, podemos ver que el término está formado por el prefijo griego ortho, que significa «recto» o «correcto». En segundo lugar, por «tipografía», que se refiere al modo o estilo en qué está impreso un texto, según la RAE. De este modo, queda claro que esta disciplina consiste en el uso correcto de ciertas normas relacionadas con la escritura.
Para ser más concretos, José Martínez de Sousa, uno de los pensadores más importantes cuando se trata de ortotipografía, la define como «el conjunto de reglas de estética y escritura tipográfica que se aplican a la presentación de los elementos gráficos, como bibliografías, cuadros, poesías, índices, notas de pie de página, citas, citas bibliográficas, obras teatrales, aplicación de los distintos estilos de letra (redonda, cursiva, versalita, así como las combinaciones de unas y otras), etc.»
Todo comunicador de información debe conocer las normas que conforman la comunicación. Esto ayudará no solo a mejorar nuestra compresión del texto, sino también a agilizar y conseguir rapidez en la comunicación. Y es que, está claro que el uso incorrecto de ciertos elementos puede afectar a la pragmática del texto.
Es especialmente importante además en el campo de la traducción. Debemos tener en cuenta que cada lengua cuenta con sus propias normas ortotipográficas. Por tanto, debemos prestarle especial atención cuando cambiemos del idioma origen al meta. Es más, hay algunas normas que tenemos tan interiorizadas que ni siquiera nos damos cuenta cuando las aplicamos. Por ejemplo, pensad en la primera vez que empezasteis a aprender inglés. Probablemente escribierais los días de la semana y los gentilicios en minúscula, al igual que es español, hasta que un profesor os tiró de las orejas.
Probablemente, después de esta charla sobre la importancia de la ortotipografía, te preguntarás qué puedes hacer para no cometer este tipo de errores. Por esto, te proporcionamos a continuación una serie de herramientas que podrás consultar en cualquier momento para calmar tus dudas ortotipográficas.
Para los más clásicos y amantes de los libros, recomendamos Ortografía y ortotipografía del español actual, del ya mencionado José Martínez de Sousa. Si tienes curiosidad y quieres realmente profundizar sobre el tema, este es tu libro.
En segundo lugar, uno de los mejores amigos del traductor, la Fundación del Español Urgente, más conocida como «Fundéu BBVA». El principal objetivo de la fundación es velar por el buen uso del idioma español. Tanto es así, que, si tu duda no está ya resuelta, puedes consultarles a través de redes sociales como Twitter y te contestarán de manera inmediata.
Por otro lado, aunque nos parezca obvio a estas alturas, siempre es buena idea recurrir a la Real Academia Española cuando nos surge alguna duda. Al fin y al cabo, su diccionario, disponible tanto de manera física como virtual, es probablemente la herramienta más esencial en el uso del castellano.
Como conclusión, cabe decir que en ocasiones se pone mucho énfasis en conocer la ortotipografía de nuestro segundo idioma o del inglés en concreto. Y, sin quitarle la importancia que esto merece, deberíamos antes conocer a la perfección las normas de nuestra propia lengua y dominarlas con naturalidad. De este modo, estaremos más preparados para asimilar las de otro idioma y, además, facilitaremos la tarea tan básica, pero a veces tan difícil que supone la comunicación.
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